La cultura es una lucha política: Autobiografía testimonial de Alicia Camacho Garcés

Una incómoda cimarrona remece el fuego de la memoria. Una mujer negra, costera, levantisca, que contra todo el machismo de su época, luchó toda su vida por defender el legado ancestral africano contra el racismo, la inferiorización, la guerra y el olvido, en un país cuya historia está teñida de sangre y miedo, pero también por la insumisión y las resistencias más fecundas.

La lumbre que revive a través de su música y pensamiento, buscó remover la conciencia afrodiaspórica desde su amado Pacífico sur colombiano, testimoniando las diversas formas de racismo en Colombia, teñidas de blanqueamiento, mestizaje, folclorismo, menosprecio, abandono estatal, formas estrechas de reconocimiento a la diversidad y todas las violencias del racismo introyectado en el propio pueblo negro litoraleño.

Alicia Camacho Garcés (1940-2017) encarnó su vida en la incansable lucha por la conciencia histórica su pueblo. Fue militante comunista, protagonizó junto a otros líderes afrobonaverenses el Primer Paro Cívico del puerto[1], se vinculó a las luchas del Movimiento 19 de Abril[2] y al proceso Constituyente de finales de los años ochenta[3]. Todo ello la llevó a participar en diversas actividades políticas y culturales de la izquierda, como el Primer Festival de la Canción Mensaje en Jamundí y el Festival Internacional de Música, realizado por el periódico VOZ en Bogotá y Cali[4].

Gracias a las enseñanzas de su maestro Teófilo Roberto Potes, con quien mantuvo una conexión espiritual profunda hasta su muerte, “La Caracola” se transformó en una comprometida activista cultural en defensa del legado ancestral africano, que valoraba como prueba histórica de la enorme riqueza y sabiduría de su pueblo.

Desde los años sesenta, fue además la primera mujer musulmana del proceso islámico en Buenaventura, por su conciencia sobre el anquilosado racismo colonial de su tiempo, incluso en las filas de la izquierda. Desde acá, logró tener contacto con movimientos emblemáticos de la lucha negra en el continente y desarrollar un pensamiento afroepistémico heterodoxo, cuyo torrente nutrió procesos organizativos determinantes en el curso de las últimas décadas de la historia afrocolombiana, tales como el Movimiento Nacional Cimarrón[5].

Tras su muerte en noviembre de 2017, una amplia diversidad de registros audiovisuales y académicos fue llegando a manos de su hijo menor, Mauricio Fidel Camacho, desde distintos rincones del mundo. Éstos, se sumaron a los archivos textuales[6], fotográficos[7] y hemerográficos[8] legados por la propia Alicia, quien fue compilando prolija y rigurosamente el registro de los hitos más significativos de su trayectoria, con la esperanza de que algún día pudieran ser publicados. Este valioso conjunto, conformado principalmente por imágenes, entrevistas testimoniales y la lírica cimarrona de sus composiciones folclóricas, permite dimensionar la envergadura de su trabajo cultural, su pensamiento político y compromiso.

[1] Entre los días 9 y 12 de diciembre de 1964, que inició como una protesta social por la falta de instalaciones educativas para la cobertura básica de las y los niños de Buenaventura, y se extendió por varias jornadas visibilizando las precarias condiciones del puerto, forzando la presencia del entonces gobernador del Valle del Cauca, Humberto González Narváez, y del presidente de la época, Guillermo León Valencia.

[2] El M-19, también denominado “El Eme”, organización político-militar de guerrilla urbana surgida en 1970, conformada por activistas de sectores medios, estudiantiles e intelectuales, que estuvo activa por 16 años, logrando una amplia base de apoyo social entre los sectores populares. Autorreconocida como patriótica, antioligárquica y antiimperialista, fue reconocida por su estilo Robin Hood, sus acciones estratégicas y publicitarias. En 1990 se desmoviliza, pasado a confirmar la Alianza Democrática M-19, que fue parte de la Asamblea Nacional Constituyente en 1991.

[3] Proceso promovido por las fuerzas populares colombianas y organizaciones estudiantiles articuladas en el Movimiento de la Séptima Papeleta, que condujeron a la promulgación de la Constitución de 1991, una de las más progresistas de la época, pese a sus ambivalencias, por su marcado multiculturalismo neoliberal.

[4] Evento organizado por el periódico VOZ, órgano propagandístico del Partido Comunista Colombiano, creado en 1957, que en la época aglutinaba a diversas fuerzas de la izquierda, entre las que se cuenta el M-19.

[5] Fundado en el año 1974 por Juan de Dios Mosquera, reivindicando la rebeldía del cimarronaje histórico de las luchas antiesclavistas, en un contexto de intensa articulación y reivindicación afrodiaspórica, afrocéntrica y antirracista en Colombia y América, que se consolidó como un espacio de militancia, formación, debate, producción de pensamiento crítico afrocéntrico e incidencia política, que sigue vigente en nuestros días.

[6] Narraciones autobiográficas, reseñas culturales, letras de canciones, cartas de invitación y reconocimiento, constancias de participación y galardones.

[7] Referentes a su vida personal, familiar, cultural y política, que el paso del tiempo y la humedad del puerto han ido desgastando, como una metáfora de la propia memoria, cuando deja de ser narrada, evocada.

[8] Recortes de prensa, folletines, entre otros, que aluden a hitos políticos, culturales, organizativos y religiosos.